La mayoría de grandes ciudades europeas, Londres, París, Roma, Budapest, Praga, Viena; incluso Berlín tienen un río famoso que las atraviesa y que en algunos casos las define. Madrid no lo tuvo tan claro hasta hace muy poco.
Y es que Madrid siempre vivió de espaldas a su río, objeto de chanzas y bromas sobre su olor y tamaño, hasta el punto de que durante años quedó enterrado bajo autopistas y puentes, abandonado en el olvido, lejos de lo que alguna vez llego a ser, cuando en época goyesca era punto de encuentro de pescadores y lavanderas.
Sabiendo lo que vende un pulmón verde con agua de cara al turismo, a principios de la década de los 2000 se decidió rescatar el Manzanares, y se podría decir que este ha sido uno de los aciertos urbanísticos de los últimos años en la capital (y mira que ha habido pocos).
El Manzanares es un ramal del Río Jarama, que a su vez es un afluente del Tajo. Es el río madrileño por excelencia, nace en la Sierra de Guadarrama y muere en Rivas Vaciamadrid.
Con el soterramiento de una de las autovías que lo habían condenado en los 70, en el 2007 comienza un ambicioso plan para la recuperación de la ribera del Manzanares en el que se redescubren todos sus hitos y monumentos más destacables.
A lo largo de su recorrido de más de 10 km se distribuyen una serie de miradores al skyline de Madrid, desde donde es posible admirar desde la catedral de la Almudena, hasta el Palacio Real, pasando por los rascacielos de Plaza España. Además, en sus orillas se han instalado gran cantidad de terrazas para tomarse un café e incluso playas urbanas con tumbonas.
Tres son los grandes tramos que merecen ser recorridos para disfrutar de un bonito paseo de arquitectura y naturaleza son los siguientes:
El tramo del Puente del Rey al Puente de Segovia, donde además de destacar el antiguo acceso a la Casa de Campo por la Puerta del Rey, reconstruido según planos originales, La Huerta de la Partida, la Casa de Vargas, El Salón de Pinos, los Jardines del Campo del Moro y la Ermita de la Virgen del Puerto.
Esta curiosa pequeñísima ermita fue construida en el año 1716 por encargo del Marqués de Vadillo al arquitecto Pedro de Ribera. Tiene forma cruz griega, con una gran cúpula central y cuatro capillas rodeándola. Durante la Guerra Civil resulta bastante dañada por lo que ha de ser reconstruida, pero en los siguientes años queda olvidada entre carreteras. El nuevo proyecto de Madrid Río le hace recuperar todo su esplendor.
La Casa de Vargas y la Huerta de la Partida, situadas en el acceso a la Casa de Campo, datan del siglo XVI y pertenecieron a una familia de nobles, que contaban entre sus trabajadores para labrar sus terrenos a tan ilustres madrileños como el mismísimo San Isidro.
El siguiente tramo es el comprendido entre el Puente de Segovia y el Puente de Toledo, donde encontraremos el Estadio Vicente Calderón, con los nuevos Puentes del Principado de Andorra y Oblícuo y con el nuevo Parque de la Arganzuela y su monumental puente metálico de Dominique Perrault.
El Puente de Segovia es el más antiguo de la ciudad, ordenado construir por Felipe II y con Juan de Herrera como arquitecto, el mismo que hizo El Escorial. Durante la Guerra Civil fue volado por el bando republicano para evitar la entrada de las tropas franquistas. Posteriormente fue reconstruido con alguna modificación.
El Puente de Toledo fue construido por orden del Rey Felipe IV en el siglo XVII, contando con Pedro de Ribera para una de sus posteriores reconstrucciones. Su nuevo oponente para el siglo XXI es el nuevo puente de metal obra del arquitecto Dominique Perrault. Consiste en una monumental doble estructura tubular que comunica ambas orillas, ahora ajardinadas evocando los laberintos de los jardines barrocos.
El tramo hasta el Matadero con los nuevos puentes gemelos, con techos abovedados y cubiertos de mosaicos que combinan las clásicas imágenes goyescas con habitantes del Madrid comtemporáneo y el nuevo parque del Invernadero, junto al Matadero, centro de creación, diseño teatro y arte de Madrid y el Palacio de Cristal de la Arganzuela, un poco conocido jardín botánico de la ciudad.
Es todo un placer recorrer las orillas del Manzanares, ya sea caminando, en bicicleta o sobre patines, y hay mucha gente que formula la pregunta de preguntas:
¿Puedo bañarme en el Manzanares?
La respuesta es no, y tampoco es navegable, pero se han habilitado para el verano una serie de playas urbanas que consisten en láminas de agua en la ribera y chorros a distintas alturas con agua pulverizada e incluso tumbonas para disfrutar del sol durante los meses de verano.
Madrid ya puede decir que tiene un río.
Información útil
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